Xi Jinping y el nuevo Estado chino
Elizabeth C. Economy
Reseña
China se vuelve más poderosa y está cada día más interconectada con el resto del mundo. Sin embargo, desde el ascenso al poder del presidente chino Xi Jinping, el país se ha vuelto menos cercano al orden mundial liberal que pretende liderar. En este estudio imparcial, la experta en China Elizabeth C. Economy analiza el enfoque de Xi sobre el poder. La nueva China, según informa Economy, es menos democrática, menos abierta y menos libre, pero también más ambiciosa y deseosa de reafirmarse en la escena mundial. Describe tanto el vertiginoso crecimiento económico de China como sus innumerables desafíos, incluidos la horrible contaminación, el envejecimiento de la población y un gobierno ineficiente que insiste en ejercer control sobre cada rincón de la economía y la sociedad. Economy también detalla el férreo enfoque de Xi hacia la disidencia. A diferencia de autores de relatos más alarmista sobre China bajo Xi, Economy escribe en un tono neutro. getAbstract recomienda este libro a cualquier persona interesada en la estructura política de China y su creciente influencia en la economía global.
En este resumen usted aprenderá
- Qué implica la nueva visión de Xi Jinping para China;
- Cuáles son los desafíos a los que se enfrenta China y
- Cómo podría responder Estados Unidos a China.
Ideas fundamentales
- El estilo de liderazgo del presidente chino Xi Jinping, que difiere del de sus predecesores, marca una Tercera Revolución en la política china.
- Xi ha ampliado el poder presidencial al aumentar la supervisión del gobierno, trabajar para bloquear la influencia extranjera y buscar un mayor papel global.
- China persigue su relevancia en el mundo liberal a pesar de que la propia China se vuelve más autoritaria.
- El envejecimiento de la población de China significa que la nación podría volverse vieja antes que rica.
- A pesar de la atención de China a la innovación, la nación ha luchado con la invención.
- La fuerte participación del Estado en el desarrollo tecnológico de China no solo inhibe las nuevas ideas, sino que también genera ineficiencia.
- Las reclamaciones territoriales de China y sus tácticas fuertemente armadas en el Mar Meridional de China han exacerbado las tensiones con sus vecinos y amenazado la estabilidad regional.
- La contaminación es uno de los problemas más acuciantes de China; su voluntad de admitir este desafío es otro asunto.
- La cantidad de ríos en China bajó de 50 mil en la década de 1990 a 23 mil en 2013.
- Estados Unidos debería asociarse con China en cuestiones de interés común, como la contención de Irán.
Resumen
Bajo Xi, China traza un nuevo camino
Cuando Xi Jinping se convirtió en el presidente de China en 2013, hizo un llamamiento para revivir el “sueño chino”. Esta visión incluía un crecimiento económico continuo, un nuevo poderío militar y una mayor atención al bienestar social del pueblo chino. Para cuando llegó a la presidencia, Xi había vivido una serie de dramáticas evoluciones en la economía y el gobierno chinos. El padre de Xi fue una figura importante bajo Mao Zedong. Sin embargo, a principios de la década de 1960 fue acusado de traidor y encarcelado y su hijo de 15 años, Xi, fue enviado a un pueblo para cumplir con varios años de trabajo agrícola. En lugar de rechazar a quienes habían encarcelado a su padre, Xi solicitó ser miembro del partido y se abrió camino en las filas del mismo. Ahora que ha tomado el control del Partido Comunista Chino, la “Tercera Revolución” de Xi está reformando la nación.
“Xi no es el primer líder chino moderno que usa el tema del rejuvenecimiento para recordar al pueblo chino las glorias pasadas en un esfuerzo por atarlos a la China moderna”.
La revolución de Xi comprende cuatro estrategias principales:
- Autoridad centralizada – Bajo los predecesores de Xi, Hu Jintao y Jiang Zemin, la toma de decisiones era una acción colectiva. Xi ha consolidado el control al tomar el poder para sí mismo, exigir promesas de lealtad de altos funcionarios y poner en práctica una iniciativa anticorrupción para purgar a sus rivales. Como resultado, Xi se ha convertido en el líder más poderoso de China desde Mao. Xi explica el cambio como un paso necesario para promulgar una reforma significativa.
- Un estado más activo – Durante el gobierno de Deng Xiaoping, el Estado chino desempeñó un papel menor en la economía y en la vida cotidiana del pueblo chino. Bajo la nueva revolución de Xi, el Estado se ha reafirmado.
- Restricciones estrictas a la influencia extranjera – Aunque Xi ha intentado aumentar la influencia de China en el extranjero, su objetivo es proteger a China de las ideas y la competencia extranjeras. Este rechazo de los valores occidentales tiene un beneficio adicional para Xi: evita cualquier intento de reforma del Estado unipartidista.
- Una mayor presencia en el escenario mundial – Bajo Xi, China pregona su poderío militar y su fuerza económica. Esta estrategia se traduce en ambiciosas inversiones en el extranjero y agresivas reivindicaciones territoriales en el Mar Meridional de China.
“El objetivo final de la revolución de Xi es su Sueño Chino, el rejuvenecimiento de la gran nación china”.
A pesar de la naturaleza aparentemente directa de sus objetivos, la revolución de Xi está inundada de paradojas. China aprovecha al máximo las oportunidades que ofrecen las economías abiertas de todo el mundo, pero Xi limita el acceso de los extranjeros a su país. Aunque Xi condena la influencia occidental en China, hasta ahora no ha logrado ofrecer una contraideología persuasiva que pueda llenar el vacío. En la dicotomía tal vez más sorprendente, la visión de Xi exige que China busque relevancia en el orden mundial liberal, aun cuando la propia China se vuelva cada vez más autoritaria. Los críticos más persistentes de Xi a menudo son encarcelados, torturados y obligados a abandonar China.
“China es un estado antiliberal que busca liderazgo en un mundo liberal”.
El enfoque de Xi sobre internet refleja su necesidad de sofocar la disidencia. En años recientes, China ha aumentado su capacidad para controlar el contenido al que sus ciudadanos pueden acceder en línea. Mientras que los occidentales pueden interpretar la represión de internet de Xi como una admisión de inseguridad, el propio Xi presenta su compromiso con una “Chinanet” estrechamente controlada como un bien social y político. En este frente, China debe encontrar un equilibrio: internet es una herramienta importante para el desarrollo económico, pero también es una espina política potencial en el régimen de partido único. El estricto control de China sobre internet perjudica la credibilidad de Xi ante un segmento de la población, pero es un costo que Xi parece dispuesto a soportar.
La máquina de dinero de China
Desde su crecimiento de dos dígitos del PIB hasta su masiva actividad de construcción, China ha construido su reputación mundial sobre la base de su dramático cambio económico. Entre 2001 y 2011, unos 200 millones de chinos se unieron a la naciente clase media del país. Pero a pesar de todo su éxito, China también se enfrenta a desafíos. Para unirse a Estados Unidos, Japón, Alemania y otras potencias económicas verdaderas, China debe pasar de una economía de bajos salarios basada en la manufactura a bajo costo a otra basada en la creatividad, la manufactura y servicios de alto nivel. En Estados Unidos, el gasto de los consumidores representa el 70% de la actividad económica. En la India, el nivel es del 60%. Pero en China, el gasto de los consumidores representaba solo el 37% del PIB hacia 2014. Mientras tanto, el envejecimiento de la población significa que la nación podría envejecer antes de enriquecerse.
“Una de las razones de la consolidación del poder de Xi es que es necesario limpiar el partido e impulsar la reforma económica”.
La posición de China en el escenario mundial se basa en gran medida en la capacidad de Beijing para darle continuidad al milagro económico. Pero mientras muchos en el gobierno reconocen que es necesario hacer cambios en la larga tradición de las empresas estatales para el éxito económico actual de China, el liderazgo sigue siendo muy reacio a la privatización total. De hecho, bajo Xi, la participación del partido en la gestión de las empresas estatales ha aumentado. Con el fin de alcanzar los objetivos económicos, el gobierno planea seguir invirtiendo dinero en sectores clave. Por ejemplo, el país gastó US$376 mil millones de dólares en investigación y desarrollo en áreas como la energía limpia y la biotecnología en 2015, una suma que superó el gasto en el mismo rubro de Japón y solo iba a la zaga de los US$462 mil millones de Estados Unidos.
El déficit de invención de China
Con su enorme fuerza de trabajo y su amplia base de fabricación, China ha demostrado ser experta en adaptar los productos a los gustos de los consumidores. La empresa de electrónica Xiaomi, por ejemplo, utiliza un enfoque de “diseñar a medida que se construye” para incorporar los comentarios de los consumidores en su tecnología lo más rápidamente posible. Pero aunque China ha hecho algunos avances en términos de innovación, ha fracasado en gran medida en el ámbito de la invención. Existe un claro conflicto en el sistema de China: desalienta el tipo de experimentación arriesgada e innovadora que puede rehacer una industria. China parece adoptar una cultura empresarial basada en el robo de la propiedad intelectual de empresas extranjeras y su adaptación al mercado nacional.
“Lo que Xi quiere evitar es internet como acelerador del cambio político, que acelere la transmisión de información política y permita grandes manifestaciones políticas”.
La fuerte participación del Estado en el desarrollo tecnológico no solo inhibe las nuevas ideas, sino que también genera ineficiencia. El mercado automotriz es un sector en el que estos problemas son muy evidentes. En 2009 el gobierno comenzó a invertir fuertemente en la fabricación de automóviles eléctricos y autorizó a un número selecto de ciudades a producir vehículos eléctricos, utilizando las normas y tecnologías que prefirieran. Al mismo tiempo, sin embargo, China protegió a su industria automotriz de la competencia de los fabricantes extranjeros de automóviles con tecnologías más avanzadas. El resultado: para 2011 se habían fabricado o comprado pocos autos, y los autos comprados en una ciudad a menudo no eran compatibles con las estaciones de carga de otra. Hoy día, el mercado nacional de autos eléctricos de China parece más optimista; sin embargo, el compromiso del gobierno con las subvenciones y la parcialidad contra la competencia extranjera sigue siendo un escollo a la hora de producir productos que pueden captar el mercado mundial.
La contaminación como un problema económico
La contaminación es uno de los problemas más acuciantes de China. El carbón suministra el 62% de la energía del país, y la calidad del aire, el agua y el suelo están entre las más sucias del planeta. La voluntad de China de admitir este desafío es otra cuestión. En 2008 la embajada de Estados Unidos en Beijing comenzó a enviar informes a través de Twitter con las últimas lecturas de un monitor de calidad del aire en la parte superior del edificio. El gobierno chino respondió llamando a los Tweets confusos e insultantes. En diciembre de 2011 aerolíneas cancelaron casi 700 vuelos en el aeropuerto de Beijing debido al esmog.
“El crecimiento rápido y sin obstáculos de la economía china ha contribuido a un desastre ambiental”.
Por otro lado, los suministros de agua también están bajo presión. La demanda está aumentando en todos los frentes. Al mismo tiempo, las tuberías defectuosas de China pierden alrededor del 20% del suministro de agua del país. Sus industrias también son conocidas como desperdiciadores de agua. Además, China ha hecho un mal trabajo en la conservación de sus recursos hídricos naturales. La cantidad de ríos en China disminuyó de 50 mil en la década de 1990 a 23 mil en 2013. Algunos de los ríos que quedan están seriamente contaminados. Como resultado, China se ha convertido en el hogar de “aldeas del cáncer”, es decir, ciudades con elevados índices de cáncer, muchas de ellas cerca de vías fluviales contaminadas. Para un país que lucha por mantener un crecimiento desmesurado, la contaminación y la escasez de agua crean un obstáculo económico. Pero las posibles soluciones vienen con sus propios problemas. Por ejemplo, China podría reducir su dependencia del carbón medinte el fracking del gas natural, pero es un proceso que requiere de mucha agua.
El surgimiento chino
Es innegable que China es una fuerza política y económica. Es hogar de una quinta parte de la población mundial, y su economía ocupa el primer o segundo lugar en el mundo, dependiendo de cómo se mida. Sin embargo, China sigue sintiendo una profunda necesidad de demostrar que puede, una vez más, recuperar su estatus de superpotencia y, por lo tanto, superar el siglo de humillación que sufrió a manos de Occidente. Con ese fin, Xi ha alentado al país a aumentar su influencia en la escena internacional. Un ejemplo de este nuevo objetivo en acción es el plan Nueva Ruta de la Seda de Xi, también conocido como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda. Su objetivo es convertir a China en un centro de comercio internacional a través de proyectos que conecten a China con sesenta países de Asia, Oriente Medio, África y Europa. China ha reservado US$40 mil millones para financiar cientos de proyectos aquí en áreas como infraestructura, telecomunicaciones, intercambio cultural, finanzas y comercio. Esta enorme inversión refleja la perspectiva a largo plazo de Beijing: la línea oficial dice que esta iniciativa es una inversión de 50 a 100 años, pero sin claridad en los resultados deseados.
“Si bien la contaminación del aire puede ser el más visible y visceral de los problemas ambientales del país, la escasez de agua y la contaminación son, en algunos aspectos, una preocupación mayor”.
El Mar Meridional de China es otro lugar donde Beijing está ejercitando sus músculos. Los reclamos territoriales de China y sus tácticas fuertemente armadas en esta zona han exacerbado las tensiones con sus vecinos, incluidos Vietnam y Filipinas, y amenazado la estabilidad regional. China también está cortejando conflictos con Japón por las islas Senkaku/Diaoyu en el Mar de China Oriental. La agresiva postura marítima de China ha llevado a muchos de sus vecinos a mirar a Estados Unidos para contrarrestar la influencia de China. Estados Unidos no debería ignorar esta cuestión, sino formar una coalición con las naciones directamente afectadas por las acciones de China y con las potencias europeas para disuadir a China de reclamar unilateralmente un nuevo territorio.
¿Cómo debería Estados Unidos manejar a China?
Cuando sea posible, Estados Unidos debe aprovechar las ambiciones de China de actuar como líder mundial. Estados Unidos y China ya cooperan en una serie de cuestiones cotidianas, como la lucha contra el terrorismo y la lucha contra la delincuencia. Este tipo de cooperación técnica ofrece una oportunidad para que encuentren un terreno común y generen buena voluntad.
“Las pérdidas económicas por la contaminación y la degradación ambiental son otra fuente de preocupación tanto para el gobierno como para el pueblo chino”.
Si Estados Unidos demuestra un compromiso con los valores democráticos, la libertad política y el Estado de derecho, China podría alinearse, tarde o temprano. A la luz de la Tercera Revolución de Xi, ha llegado el momento de replantearse esta estrategia. El compromiso de Xi con el expansionismo chino, junto con su determinación de aumentar el autoritarismo en su país y de exportar los valores del gobierno chino al extranjero, significa que Washington debe adoptar una postura más firme pero debería estar dispuesto a participar en la negociación entre iguales y de equidad, con chinos y estadounidenses compitiendo por proyectos como iguales en ambos territorios.
“Una China ambiciosa ofrece a Estados Unidos y al resto del mundo la oportunidad de una mayor asociación, cooperación y reparto de la carga para apoyar el crecimiento global y gestionar los retos globales”.
Además de buscar la reciprocidad, Estados Unidos debe mantenerse al tanto de los cambios de política y los posibles disturbios sociales en China. Los sentimientos de los ciudadanos chinos sobre las políticas de Xi son decididamente contradictorios. Algunos aplauden las medidas enérgicas del gobierno contra la corrupción y la disidencia política. Otros no están tan enamorados. Los empresarios cuestionan el papel más relevante del régimen en la economía, mientras que los activistas y académicos critican las políticas retrógradas de Xi sobre la libertad política. Incluso algunos funcionarios chinos se quejan de la despiadada consolidación del poder de Xi. Mientras Beijing siga sin estar a la altura del resto del mundo en materia de derechos humanos, la libertad de expresión y el libre comercio, es poco probable que China asuma un papel de liderazgo mundial creíble.
Sobre la autora
Elizabeth C. Economy es directora de estudios sobre Asia en el Consejo de Relaciones Exteriores. Es una autora galardonada y una autoridad reconocida internacionalmente en materia de política interior y exterior de China.
Fuente: www.getabstract.com